lunes, 25 de junio de 2012

EL TIEMPO ENTRE NOVELAS


Después de la última y exhaustiva revisión de mi nueva novela, que será publicada por Grijalbo en la primavera de 2013, he entrado de lleno en esa especie de tierra de nadie que llamo “el tiempo entre novelas”. Un período extraño, lleno de sensaciones contradictorias, que empieza con alegría por haber acabado con bien ese viaje agotador de muchos meses que supone escribir y pulir una novela, pero enseguida desemboca en una especie de vacío, precisamente por haber llegado al puerto de destino después de la travesía. Tras tanto tiempo sumergida en un mundo paralelo haciendo gozar – y también sufrir -, amarse – y también odiarse a muerte-, pelearse – y también reconciliarse – a unos personajes que suelen parecer tan reales como seres de carne y hueso, me veo arrojada de vuelta a la prosaica realidad, abocada a pasar el mono de novela como una yonqui cualquiera. Suelo combatirlo hartándome de leer todos esos libros que fui comprándome, pero no tuve tiempo ni de abrir mientras escribía. Y entretanto, voy dejando que madure en mi cabeza la siguiente historia. A veces, hay varias aspirantes a ocupar el puesto de la que ya he terminado. En ese caso les doy un tiempo para que se enfrenten entre ellas por el honor de convertirse en la siguiente novela. Porque siempre acaba imponiéndose por sí misma la historia más apetitosa, la que más fuerza tiene, la que brilla incluso en esa fase embrionaria en la que todo está por hacer.

Ahora, ya tengo una candidata a ocupar el lugar de la novela terminada. Esta vez, solo una. Vehemente y tentadora como la fruta de verano. Ya he empezado a documentarme, sin prisa pero sin pausa, para ir empapándome del universo que quiero recrear. Porque la fase de documentación es como cuando nos estudiamos las guías del país al que queremos irnos de vacaciones. Y a ese menester hay que dedicarle el tiempo y esfuerzo que necesita.

Y mientras preparo mi siguiente viaje literario, aguardo con ilusión las distintas fases que suelen acompañar a una nueva novela. Como la corrección de las galeradas, una tarea que me gusta mucho, porque ya se ve cómo quedará en formato de libro el texto que antes había visto siempre  en Word. O el descubrimiento del boceto de portada que envían desde la editorial. Abrir ese fichero jpg supone un auténtico momento de experiencia religiosa, como la de Enriquito Iglesias. Otro instante estelar es cuando llega la caja con nuestros libros y podemos tocar, oler y hasta acariciar el primer ejemplar que sacamos. Y al final, está el momentazo total en el que una ve su libro expuesto en las librerías, con su camisita y su canesú. Eso sí que es una experiencia religiosa, no la que cantaba Enriquito.

(La foto la he tomado de mediared.es)

lunes, 11 de junio de 2012

BIENVENID@S A MI NUEVO BLOG



Esto de crear un nuevo blog es como quien decide cambiarse de casa, pero antes de poder iniciar la mudanza, gasta un tiempo en pintar las paredes a su gusto, tal vez compra algunos muebles y hasta encarga cortinas o estores a medida, porque los del piso anterior ya no le sirven. Y por fin, llega el día en que los de la empresa de mudanza cargan todas sus cosas en un camión enorme y las llevan a la casa nueva que ha preparado con tanto afán.

En este caso, en lugar de decorar paredes y colgar cortinas nuevas, me he entretenido en buscarle al blog la plantilla adecuada, ponerle un fondo bonito y decorarlo con las portadas de mis novelas. Et… voilà… hoy está listo para que me traslade a él con todos mis bártulos. Eso no significa que vaya a cerrar Días de menta y canela, que me ha acompañado nada menos que desde mayo de 2007, pero el blog recuperará su función original: la de hablar de mi novela Días de menta y canela que, como los buenos hijos, me ha dado muchas alegrías en estos últimos cinco años. Hay que decir que también me dio trabajo en su día. Mucho trabajo. Horas y horas de documentarme sobre la emigración para poder apuntalar mis propios recuerdos con datos fiables. Más algún momento de ansiedad cuando el texto no me salía como yo quería y había que borrar lo escrito para reescribirlo, o revisarlo una y otra vez. Pero el balance es muy positivo. Y eso es lo que cuenta.

Ahora se perfila en el horizonte novela nueva, que será publicada por Grijalbo en la primavera de 2013. Cuando el sol vuelva a calentar con más fuerza después del invierno, cuando rebroten las hojas de los árboles, cuando florezcan los tulipanes y las alergias provoquen los primeros estornudos… entonces descubriréis un buen día mi novela en la mesa de novedades de vuestra librería favorita. Y os entrarán ganas de leerla. O eso espero…

Este nuevo libro supone mi primera incursión en la novela histórica. Ambientado en la Cuba colonial de mediados del siglo XIX, recrea la época de máximo esplendor del azúcar cubano, que supuso una inagotable fuente de riqueza para la isla y permitió a los plantadores construir fastuosas mansiones señoriales y derrochar a manos llenas en toda clase de lujos, mientras aún existía la esclavitud y desde España llegaban bergantines con las bodegas atiborradas de desposeídos que buscaban una vida mejor.

Y hasta aquí puedo leer. Si queréis saber un poquito más, podéis pinchar sobre la imagen que está encima de la portada de Días de menta y canela. Es la misma que encabeza esta entrada. Por cierto, se trata del grabado El quitrín (1853) de Federico Mialhe, un artista francés que vivió en Cuba desde 1838 a 1854 y reflejó con precisión fotográfica la vida cotidiana en la isla. Otro día explicaré qué es un quitrín. Y os iré contando curiosidades sobre ese mundo fascinante y contradictorio que fue la Cuba del siglo XIX. Ah..., también es de Mialhe el fondo que he usado para este blog: Isla de Cuba pintoresca, 1841. Es la imagen que véis a la derecha.

Por supuesto, también habrá sitio en esta casa para noticias noticiosas, posts de opinión, curiosidades, chascarrillos, música y muchas cosas más. Espero que os guste.