lunes, 18 de febrero de 2013

LA IMPORTANCIA DE UNA BUENA PORTADA


En esta especie de reportaje por entregas que estoy haciendo de las diferentes etapas por las que pasa un libro (y al mismo tiempo, su autor), hoy voy a hablar de la portada: El traje a medida – casi prefiero decir vestido, que suena más glamouroso – con el que el libro será presentado en sociedad y transitará por las mesas de novedades de las librerías. Huelga decir que este envoltorio es muy importante. La portada y el título son lo que nos hace fijarnos en un libro cuando lo vemos expuesto entre otros muchos que compiten por llamar nuestra atención. A veces compramos una novela estimulados por la publicidad que se hace de ella. Otras lo hacemos guiados por una buena reseña, o por las recomendaciones de los que ya la han leído - el famoso boca-oreja. Pero también se da el caso (yo lo hago muy a menudo) de que entramos en una librería con afán de descubrir algo nuevo, de explorar por el simple placer de hacerlo. Entonces deambulamos entre sus mesas de novedades sin una idea preestablecida, sólo contemplando las portadas y leyendo los títulos, hasta que por fin, se produce el flechazo. Entre tantas novelas, de repente nos hemos prendado de una porque su título o su portada – o ambas cosas – nos atraen con fuerza. En el fondo, ni siquiera sabemos por qué. Solo intuimos que es EL LIBRO, el que buscábamos, el que ha despertado en nuestro subconsciente el impulso de sacarlo del montón, de darle la vuelta y de leer la contraportada. Si ésta nos sugiere una buena historia, lo abrimos para hacerle catas y si después de eso, la novela nos sigue seduciendo, la compramos sin pensárnoslo más.

Eso es lo que consiguen una buena portada y un título atrayente. Un amor a primera vista. El clásico flechazo. Por supuesto, el exterior tiene que ir en consonancia con el interior, o el enamoramiento se desvanecerá tan deprisa como llegó. Es como si nos prendáramos de un hombre guapísimo atribuyéndole un montón de virtudes y al hablar con él y conocerle más a fondo, descubriéramos que no es como creíamos. A lo mejor, ni siquiera es una mala persona, ni un patán, ni pelma, solo ocurre que no corresponde a la idea que nos hicimos de él y deja de gustarnos.

Del mismo modo nos podemos sentir muy desengañados con un libro cuya portada o cuyo título nos hicieron esperar una historia que no es la que después nos encontraremos entre sus páginas. Por eso es tan importante que la portada se ajuste como un guante a la historia que debe vestir. Igual que la ropa que elegimos debe adaptarse a nuestra forma de ser para que no demos la impresión de ir disfrazados por la vida.

Y por fin, después de tan sesuda reflexión, aquí está la portada de El sueño de las Antillas, lista para vestir a mi libro cuando desfile el 4 de abril por la alfombra roja de las mesas de novedades. Espero que os guste tanto como a mí, que me tiene enamoradísima.